¿Por qué fracasamos con las marcas?
En el sector hortofrutícola, el desarrollo de una marca suele abordarse con entusiasmo, pero muchas veces los resultados no son los esperados. A pesar de las inversiones en marketing, muchas marcas no logran diferenciarse o generar fidelidad en el consumidor. ¿Por qué ocurre esto?
Uno de los errores más comunes es tratar la marca como un simple logotipo y no como una estrategia integral. Una marca es mucho más que un nombre y una identidad visual atractiva; debe transmitir valores, generar confianza y responder a una propuesta de valor honesta. Si el consumidor no percibe un beneficio real y diferenciador, la marca queda reducida a una simple etiqueta en el envase o el fruto, confiando en que su diseño coincida con la caja donde se expone en el lineal de venta frente a su competencia.
Las marcas que triunfan no son las que más invierten en imagen, sino las que logran conectar con su público y ofrecer una propuesta de valor real
Víctor Folk
F&HOtro factor determinante es la falta de consistencia en el tiempo. Construir una marca sólida requiere coherencia en la comunicación, en mantener unos estándares de calidad y en la experiencia de compra del consumidor. En el sector agroalimentario, es común que las marcas irrumpan con fuerza gracias a una inversión inicial potente, pero con el tiempo se diluyan debido a cambios en la estrategia y una falta de continuidad en su promoción.
La desconexión con el consumidor es otro de los motivos clave del fracaso. Muchas marcas se desarrollan desde la visión del productor o comercializador, sin una investigación profunda sobre lo que realmente valora el cliente final. Se asume que el consumidor pagará más por un producto de marca sin ofrecerle una razón convincente para hacerlo. En un mercado competitivo donde la presión del precio es constante, la diferenciación debe ir más allá del marketing y sustentarse en atributos reales como la calidad, la sostenibilidad o la innovación.
Por último, el error más crítico: la falta de un plan de activación sólido. No basta con lanzar una marca y esperar que funcione por sí sola. Es imprescindible un trabajo continuo de comunicación, distribución y educación del consumidor. Sin un presupuesto y una estrategia bien definidas, la marca no llega a consolidarse y queda a merced de las fluctuaciones del mercado.
El éxito de una marca en el sector hortofrutícola no se logra con un solo golpe de efecto, sino con una estrategia a largo plazo, consistente y centrada en el consumidor.